En una carta que hizo llegar a Télam, titulada "Reprensión", Rausch afirma que "el perdón no exime la culpabilidad y reprimenda", y llama a Jorge Bergoglio a "sumar al perdón la acción concreta y sólida contra causas de soborno e inmoralidad, que oprimen a la institución de la Iglesia y generan tanto daño".
"Con su silencio quedan sumergidos, ligados y en evidencia sus temores a ser desacreditados y desaprovechar los beneficios que les da el poder, el confort, la reputación y notoriedad frente al pueblo", denuncia Rausch en el texto.
Y continúa: "La mentira y perversidad sofocan el mundo. Mentira de quienes moralmente deberían ser ejemplo y no son más que desperdicios, buscando el propio beneficio, el pan del día y no la levadura de las masas".
Justo José Ilarraz, el cura condenado (La Voz/Archivo).
"Por eso no basta el perdón por estos días (...), ya que hay situaciones que ameritan ejecución efectiva, concreta (...) y hasta ahora la Iglesia ni siquiera ha dejado entrever resultados de investigaciones, siguen en el pedestal sacerdotes representando a Cristo, que eufóricamente condenó hechos que la Iglesia misma protege y resguarda. Una vergüenza", agrega.
Y completa: "Papa Francisco, usted ha manifestado cuidar a los dos extremos de la sociedad: los ancianos y los niños. Pido, y en nombre mío me animo a decir de mucha gente, que vele por la formación e integridad de los niños, mostrando y educando a una Iglesia tibia y mediocre frente a hechos que disgregan la familia cristiana".
"Vamos Francisco, eche manos a la obra. De usted depende. Renuévenos con sentencia firme y concreta", concluye la misiva.
Francisco recibirá el jueves a más de 30 obispos argentinos del norte, litoral y centro del país, que le llevarán sus impresiones sobre "la situación económica y social actual".
Se trata del primer grupo de los más de 100 pastores que entre abril y mayo realizarán la visita "ad limina" al Vaticano, para recorrer los principales organismos de la Santa Sede.
La carta completa:
Reprensión
El
perdón no exime la culpabilidad y reprimenda.
“El
mal sofoca el mundo si no se interrumpe con el perdón”. Así aparece este título en el diario “La Stampa”
de la ciudad del Vaticano, y me preguntaba por qué no sumar también al perdón,
la “acción”, una acción concreta, solida, solemne contra causas de soborno, de
inmoralidad que oprimen a la Institución
de la Iglesia y generan tanto daño. ¿No será que el mal que sofoca el mundo no
dependa también de eso?, de la falta de
respuestas hacia miles de personas que se sienten abusadas, estafadas en estos
tiempos de tanta corrupción, realidades internas de algunos consagrados, y que ya nos vemos obligados de
calificarlos casi a todos, ya que con su
silencio quedan sumergidos, ligados, en evidencia y consentimientos, en esos
silencios sintiendo temores a ser desacreditados y desaprovechar los beneficios
otorgados de poderes, de confort, prestigios, reputación y notoriedad frente al
pueblo, y así no involucrarse, para no mancharse de faltas, y re quebrantar a
los ojos de los fieles el mensaje del Jesús, “permanezcan unidos”. Pero creería
yo que Jesús solicitó una unidad
verdadera, frontal y positiva. No apóstoles divididos, fraccionados, como a las
internas de la Iglesia se vislumbra, y va adquiriendo mayor notoriedad.
En el caso de Paraná, al que era prefecto y
rector del Seminario, en el que todo se confesaba y confiaba, al formador, con
el que se convivía bajo un mismo techo, mismos espacios, cotidianamente, ese
cura, consagrado obispo, hoy los
gobierna.
¿Cómo
es posible entonces prometer
obediencia a alguien con quien vos te criaste,
conviviste, escuchaste y viste como
actuaron y siguen actuando tras las denuncias de corrupción?
No
se podría facilitar ese gobierno si no hay convivencia y pacto de silencio, el
silencio que otorga. La mentira y perversidad sofocan el mundo. Mentira de
quienes moralmente deberían ser ejemplo, y no son más que desperdicios,
desfigurando el rostro de Cristo, buscando el propio beneficio, el pan del día,
y no la levadura de las masas, aumentar la fe, de personas sedientas de verdad
y justicia. El perdón eleva, si, pero la acción empuja, mueve, renueva, hace
germinar nuevos brotes.
Por
eso no basta el perdón por estos días, la sociedad lo practica muchas veces, en
todas las dimensiones, pero hay situaciones que ameritan tratamientos de no
solo el perdón, que es una acción del corazón, de sentimientos, sino de
ejecución efectiva, concreta, de pasos obligatorios de cada Institución. La Iglesia, que se basa según
leyes y testimonios bíblicos, sobre el cual pesa más responsabilidad los casos
de atropellos y agravios hacia niños:”Pero el que escandalice a uno de estos
pequeños que creen en mi, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra
de molino y lo arrojaran al fondo del mar”. Mc. 18,6-7. ¿Aún no les hace ruido
este pasaje de la Escritura?
Hasta ahora la Iglesia ni siquiera ha dejado
entrever resultados de investigaciones,
ni siquiera los ha reducido a estado
laical, siguen en el pedestal de sacerdotes, representando al Cristo, que
eufóricamente condenó hechos, que la Iglesia misma protege y reguarda, curas y
obispos que han escandalizado al mundo entero, y que la mayoría, con su silencio,
apañan, una vergüenza.
Papa
Francisco, usted ha manifestado cuidar, guardar a los dos extremos de la
sociedad, los ancianos y los niños. Pido, y en nombre mío me animo a decir
mucha gente, cuide usted la credibilidad de los ancianos, credibilidad que
profesaron siempre en las enseñanzas de la Iglesia, y hoy se siente burlados
frente, no a los ataques que usted y muchos refieren, sino al débil y temeroso empeño de
erradicar y extirpar aquello que no suma a la religión, sino que hace
cuestionar y separa mediante actitudes tibias y de cobardía. Así mismo no
velando por la formación e integridad de los niños, violando su inocencia,
mostrando y educando una Iglesia tibia, mediocre, frente a hechos que disgregan
la familia cristiana.
Vamos
Francisco, eche manos a la obra, de cambios, de reemplazos, y va a hacer Usted aun más pescador de hombres y mujeres
esperanzadas para un mundo mejor, más sanos, será generador de calma y paz.
De
usted depende. Renuévenos con sentencia firme y concreta.